jueves, 7 de agosto de 2014

Podium junto a Juancho Correlón


Una vista y un clima espectaculares y que tenía el placer de vivir y de disfrutar como nunca. Era la maratón Latina y participaba en la modalidad de 21k, junto a otros 2000 deportistas aficionados y élites en el Lago Calima.
 
Generalmente siempre que corro competencias lo hago con mi ipod porque me gusta recordar buenos momentos; esos momentos que permanecen en mi corazón de manera intermitente y que reviven en el transcurso de la competencia, de alguna u otra manera, gracias a canciones específicas. Mi mamá siempre es mi amuleto en todo lo que me propongo, pero cada canción me transporta a algún momento específico de mi vida, junto a personas especiales durante ciertas épocas. De esta manera, ellos se convierten en mi otro motor porque me sacan una sonrisa y me motivan a seguir batallando.

Afortunadamente desde las 7 am hasta las 10 am, el sol tomó su mañana de descanso y no se apareció. No sentí mucho la deshidratación y solo necesité dos bolsas de agua; una para tomar, la otra para la cabeza y dos paradas en pits de Gatorade durante el trayecto de los 21k.

Veía a personas veteranas corriendo y me veía reflejada en ellos dentro de algunos años, igualmente al ver a  padres con sus hijos pequeños, también me sentía identificada pues en un futuro me veo en esa faceta; apoyando a los míos y enseñándoles bueno hábitos, así como el ejemplo que me da mi padre a diario.
Durante la carrera aprendí que lo que más queremos los corredores en la vida, es levantarnos todos los días sanos para poder disfrutar de ese preciado momento. Reafirmé que uno finalmente  se convierte en el mecánico, el administrador, el motivador y nutricionista de su propio cuerpo. Y que uno puede ser esa "virgen", que otros corredores muchas veces necesitan (una voz de aliento o una palmada en la espalda) durante momentos difíciles de la competencia. 



Después de participar en muchos "Juanchos Correlones" por fin logré estar en el podium. En realidad me sentí muy bien durante toda la carrera, siempre con la adrenalina al 100% cada vez que adelantaba gente y otra me escoltaba.

La clave de todo siempre fue escuchar mi cuerpo. Sabía cuando regularme durante las pendientes y cuando acelerar en el asfalto durante el exigente recorrido. ¡Ningún dolor fuera de lo normal! Y si me preguntan: ¿Qué es lo normal? Podría decirles que es una delgada línea que uno aprende a diferenciar; entre el dolor físico y el dolor mental.
Y si.... por otro lado me preguntan: ¿Porqué madrugo, aguanto frió, hambre, fatiga muscular, etc? Es porque cuando corro busco encontrar esa paz interior que en ningún otro lugar encuentro. Es algo especial, mágico y  sobrenatural, una mezcla de poder (heroísmo) y libertad. Y es por esto que cuando tengo algún problema o algo me atormenta, no dudo en ponerme mis zapatos para volver a recargarme de energía del viento, la naturaleza, las estrellas y de la simplicidad de la vida.
El ejercicio ha sido una constante en mi vida y soy consciente que el cuerpo sufre, pero durante ese sufrimiento trasciende y derrota ese miedo, se perfecciona y proyecta para lograr objetivos específicos, en el proyecto de vida de cada persona.
Y para finalizar puedo decir que además de correr o realizar alguna actividad física, no voy a encontrar algo más agradable y satisfactorio que comer con mucha hambre y acostarme agotada, después de una jornada laboral y de entreno muy dura donde siempre lo dejo todo.



 Escribiendo desde mi castillo encantado, Soficienta

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