¡Soy Montaña!

Hay un dicho muy cierto que dice: “No busques fuera lo que tienes dentro.” Y no solo se utiliza para referirse a las personas, sino que puede extrapolarse a cualquier situación, por ejemplo hago la analogía con Catalunya; una ciudad que se ha convertido para mí, en una de mis favoritas y sin siquiera conocerla en su totalidad, pero atreviéndome a decir que lo tiene todo. Es que en realidad lo tiene todo; comenzando por las montañas, el mar, la nieve, entre otros, más allá de su arquitectura top y muestras culturales, que tanto la caracterizan.

Soy Montaña

Les comparto una de mis canciones favoritas: "Sky full of stars", para un momento favorito.
Denle Play y a disfrutar de la lectura :)



Lo que me pasa es que cada vez que tengo la oportunidad de conocer algo diferente de la cultura catalana, me sorprendo y maravillo. A lo que voy es que  muchas veces buscamos conocer afuera y no sabemos lo ricos que somos por dentro y en este caso disfruto mucho la manera cómo Catalunya me sorprende. Y si voy un poco más allá, haciendo una reflexión más profunda ahora, puedo pensar que me faltó conocer más de mi territorio natal y sus riquezas, antes de haber salido por un largo tiempo. Pero bueno, para eso sirve la montaña, para reflexionar y cuestionar creencias.

Entonces sin más preámbulos; el relato va de nuestro aventura a la Gallina Pelada, situada entre el Pedraforca y els Rassos de Peguera (CATALUNYA), dónde pretendíamos coronar su cumbre más elevada a 2317 metros. En realidad era una excursión sin dificultad pero con un considerable desnivel que se superaba con pendientes fuertes.

Una montaña más conquistada :)

Como los catalanes saben lo que tienen, no desaprovechan la oportunidad para hacer excursiones, caminatas guiadas o por cuenta propia,  durante cada fin de semana del año y claro principalmente en verano donde las condiciones resultan más ligeras y “mejores” para todo tipo de persona.

Entonces un amigo colombiano; otro amante de la montaña, que vive por el sector me invitó, uno de esos fines de semana a hacer esta ruta con sus amigos del trabajo. Yo encantada le dije que sí, porque son de ese tipo de planes que nunca rechazo.

¡Somos Escarabajos, Escarabajos Somos!

El día anterior de la aventura, viajé en tren hasta su casa, al llegar dejamos todo a punto, dormimos temprano y a las 5 am del siguiente día ya estábamos despiertos. Mochila, bocata, agua, abrigo y salimos al encuentro con otros locos de la montaña. La salida era desde Villafranca, un pueblo más o menos a una hora de Barcelona. Y el equipo asignado para la aventura éramos; dos mujeres, 6 hombres y un perro, quién era nuestro guía. No conocía a nadie, es más mi amigo Mauro lo acababa de conocer la noche anterior; no de una noche de copas, sino por recomendación de otro amigo colombiano. Todo era un poco precipitado, pero confiaba en el camino, en el aprendizaje como recompensa.

El team montañero + Toby "el guía"

Así que nos repartimos en dos carros y emprendimos la aventura. El amanecer desde el carro que nos llevaba al lugar de salida de la aventura, presagiaba un día estupendo. Así que pensaba que viajar por tierra era realmente mágico. Hasta que después de varias curvas, me empecé a marear, mi cabeza me daba vueltas  y la montaña con la que había soñado la noche anterior cada vez, la veía más lejos e imposible.

Kilómetros más adelante, paramos en una estación de gasolina y mientras mis compañeros tomaban un café, yo respiraba como si acabara de llegar de una maratón; lento, profundo, inhalando por la nariz , exhalando por la boca varias veces y me preparaba con mensajes positivos para poder lograr continuar la mini aventura de 7 km,  durante 4 horas y con un desnivel de 700 m.

El descanso fue bendito y finalmente mi cuerpo y mente ya estaban alineados para el ascenso. El lugar era increíble, lleno de naturaleza, aire puro, evidencia de ríos y animales inofensivos. Poca gente se sentía, por lo tanto más tranquilidad se respiraba y más adelante había un albergue en mitad de paisajes cojonudos, dónde hicimos nuestra primera parada para alimentarnos y recuperar fuerzas.

El camino nunca es fácil, pero disfrútalo porque ahí está la magia

Tengo tanta fascinación por la naturaleza como respeto en igual medida. No sé si les pasa lo mismo, pero la sensación que me da la montaña es extraña, porque me empodera y al mismo tiempo la inmensidad de la naturaleza, me hace entender lo pequeños y frágiles que somos, porque cuando ella quiera puede imponer sus condiciones y borrarnos del mapa.

Eres pequeño y eres grande

Hay personas como Killian Jornet, que nacieron para esto; "Desafiar lo indesafiable". Pero en mi opinión: “A la naturaleza hay que tenerle respeto, porque nunca sabes cuándo se te va a aparecer un jabalí, una tempestad, un derrumbe, etc."

Caminante se hace camino al andar

Después de seguir la aventura, el clima cambió de repente, sin avisar y sin respeto como lo había dicho anteriormente. Atravesamos niebla, lluvia y sol durante la subida. Algo realmente encantador, pero creo que no muy recomendable para la salud, pues el cuerpo sufre por tantos cambios. Sin embargo a veces es necesario vivir esto, para poder gestionar y conocer mejor nuestro cuerpo, durante las inclemencias del tiempo.

Después de la tempestad, llega la calma

A las dos horas ya estábamos en la cima, dónde habían un par de parejas, igual de emocionadas que nosotros por conquistar "La Gallina Pelada". El perro fue quién llegó primero a la cima, pues era nuestro escudero y definitivamente el que más disfrutaba y kilómetros recorría, pues iba unas veces adelante de líder y otras veces de último escoltando, siempre velando por nosotros. La vista era espectacular y la sensación de libertad inigualable, y estas sensaciones lo valían todo; madrugada, escalada, dolor de cabeza, frio, cansancio etc.

Mis parceros de la montaña

Así que después de un refrigerio, buenas fotos y un poco de sol, emprendimos la vuelta. Aunque pensaba que sería más sencillo, resultó todo lo contrario; pues la bajada era más técnica y había que cuidar el doble cada paso para evitar alguna lesión y también estar pendiente de algún jabalí. :)

Al final llegamos todos completos y satisfechos, pues todavía era temprano y quedado más de la mitad del día por vivir.

Moraleja

Aprovecho mi experiencia en la montaña, que es dónde todas las piezas me cuadran porque mi mente va libre de prejuicios e inspirada por la naturaleza, para recalcar la importancia de entender que la identidad de un pueblo solo se logra sabiendo sus costumbres, explorando sus territorios, su gente, entre otras. No al revés. ¡Y qué mejor, que iniciar ese conocimiento por sus montañas místicas, con personas cojonudas!

...¡Si quieres llegar lejos, ve acompañado!

Creo que lo que me encanta de la montaña es que me ayuda a interiorizar y a ser más consciente de lo pequeños que somos en este mundo, ante la inmensidad de la creación de Dios. Es una sensación rara y un poco paradójica como he dicho anteriormente, porque al mismo tiempo también te sientes inmenso alcanzando cimas, que no todo el mundo está dispuesto a escalar.

Conexión con la naturaleza

También lo bueno de todo, es que cada vez me conozco mejor pues descubro, lo que realmente me llena. Para mí, es el plan perfecto y el resultado no puede ser mejor; conozco nuevas personas que comparten mi misma pasión, siento un mar de sensaciones; calor, frío, miedo, alegría, plenitud, disfruto de unas cervezas y un picnic en el césped al final como recompensa, que me recuerdan que los “pequeños” detalles están aquí, accesibles y  a la vuelta de la esquina.

¿A ustedes qué los trasnocha y les pone la piel de Gallina?

Ser feliz y darse cuenta

Escribiendo desde mi castillo encantado, Soficienta